
Cuando nadie me ha escuchado
La gente que no ha encontrado un Otro que le escuche no ha registrado lo que es la experiencia de ser escuchado y tenido en cuenta. Estas personas suelen comenzar conversaciones en las cuales no esperan a que el otro intervenga. Por esta razón la sensación para el receptor es que da igual su presencia u opinión porque no tienen un lugar para intervenir. Pero esto no se debe a una falta de respeto o de interés por parte del emisor sino una falta de experiencia. La experiencia de ser escuchado.
En el fondo todos anhelamos encontrar a alguien que nos entienda, nos escuche y nos de un lugar. Pero no todos han podido disfrutar de este tipo de relación. Es inclusive paradójico pero el sentirse escuchado por primera vez puede generar una sensación de rechazo. Porque conectar con lo que ha hecho falta obliga a conectar con el dolor de esa falta. A veces es más fácil continuar hablando, sin esperar a que el otro ofrezca un lugar.
Y entonces se interpone una pregunta ¿me escuchas?, ¿sabes que estoy aquí?
Cuando nadie ha escuchado no se espera nada a cambio del discurso. Un discurso que, por otro lado, suele ser confuso y avasallador. Esto se debe a que la presencia y la escucha del otro, no solamente sirve de receptor sino que ayuda a la construcción y contención del mensaje. Nos construimos en relación y esto sirve de organizador de nuestras experiencias y emociones.
A veces hay gente que critica: “habla demasiado”; “no escucha”. Y esto puede ser verdad. Pero no basta con que alguien diga: “para” o “cállate”. Se necesita de alguien que en verdad sea capaz de escuchar porque a través de la experiencia de ser escuchado se puede escuchar a los demás.