La vergüenza y la mirada de los demás
Todos hemos sentido vergüenza en algún momento de nuestra vida. Cuando sentimos vergüenza nos hacemos pequeños. Nos sentimos impotentes, humillados y deshonrados. En ese momento, el deseo es desaparecer y escondernos porque nos invade una sensación de: “trágame tierra”. Es por lo tanto, una situación incómoda que queremos que acabe lo antes posible.
¿Qué pasa con la vergüenza y mirada de los demás?
La vergüenza es una emoción social: es algo que sentimos en relación a otras personas. Así, son ellos los que nos hacen sentir vistos y juzgados o aceptados y estimados. Es decir, que esta es una emoción relacionada con la percepción que tenemos de la mirada del otro. Es la mirada de los demás lo que activa la vergüenza.
En este sentido es interesante recordar que captamos señales de las otras personas no sólo a través de las palabras sino también el lenguaje no verbal. Dentro de este último podemos encontrar señales como el tono de voz, la velocidad con que nos hablan y también la mirada. Nuestro sistema nervioso está preparado para analizar constantemente el medio y captar señales de peligro o amenaza. Por esta razón, si se percibe un posible juicio o humillación, el sistema nervioso puede disparar una serie de respuestas. Dependiendo de la situación y nuestros recursos, la respuesta automática será la vergüenza.
La vergüenza se activa, por lo tanto como un intento de defensa. Es más inteligente (según el sistema nervioso) hacernos pequeños e invisibles que pelear por nuestra posición. Esto, indudablemente, tiene una conexión con nuestra historia: ¿cómo hemos sido cuidados?; ¿qué lugar tenía nuestra opinión?; ¿cómo se gestionaba el error o fallo? ¿qué miradas recibíamos? Hay un abismo entre una mirada que calma, que acoge y acepta a otra que reprocha, humilla o desaprueba. Y nuestro sistema nervioso responde en consecuencia: se siente seguro y tranquilo o inquieto e inseguro.
“La vergüenza es el reconocimiento que somos objeto de Otro que nos mira y juzga” Sartre.
¿Qué pasa cuándo sientes vergüenza?
Como toda emoción, la vergüenza está relacionada con pensamientos, creencias, sensaciones corporales y actos. Físicamente la vergüenza se expresa a través de rubor en el rostro, gesto de los hombros caídos hacia delante, evitación del contacto visual y cabizbajo.
En muchos casos, la vergüenza se activa ante la percepción de este juicio aunque no sea real/actual. De esta forma, al bajar la mirada no podemos confirmar si realmente la otra persona está desaprobando nuestras acciones o no. De cierto modo, la vergüenza actúa como una renuncia a una posible lucha. En este estado, nos quedamos “congelados” y no tenemos acceso a nuestros recursos.
Por este motivo, podemos ver que aún siendo personas elocuentes nos quedamos en blanco o con un discurso pobre en ciertas situaciones.
¿Por qué sentimos vergüenza?
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La vergüenza es una emoción que nos conecta con sentirnos poco valorados o criticados por los demás. Está conectado con el reconocimiento de haber fallado ante los requisitos de los demás. Por lo tanto, la respuesta es esconderse para defenderse. De hecho, las acciones que no se pudieron llevar a cabo en el pasado pueden continuar generando vergüenza en la actualidad. Por esta razón, es muy común que personas que han sufrido eventos traumáticos sientan vergüenza en relación a estos. Porque fueron incapaces de defenderse o de responder como era esperado.
«es el pensar lo que los otros piensan sobre nosotros lo que nos hace enrojecer»
Charles Darwin
¿Qué puedo hacer con mi vergüenza?
- Rodéate de gente que te mire con respeto, compasión y empatía para no tener que evitar su mirada. La vergüenza se disuelve ante una mirada sin juicio, que acepta y reconoce a la persona. De esta forma se puede ir generando la sensación interna de “no hay nada malo conmigo”
- Observa qué cosas disparan tu vergüenza. El autoconocimiento es una punto clave en la regulación de las emociones.
- Escucha el discurso que emerge en esos momentos. Normalmente tendemos decirnos cosas como: “Hay algo inservible en mi.” “Soy débil.” “Soy patético.” “Estoy solo.” “Soy un perdedor”.
- Explora de dónde surgen estas frases: ¿Quién te decía esto? ¿Quién te hacía sentir así? ¿Cuándo pasó esto?
- Acoge tu vergüenza: no tienes que avergonzarte de tu vergüenza. Te está explicando alguna parte de tu historia en la que se sintió juzgada
- Entra en movimiento: si entendemos que la vergüenza es una emoción que despierta un cierto estado de «congelación» puede ser útil para nuestro sistema nervioso el activarnos y así entrar en contacto con nuestros propios recursos.