La disociación: el yo fragmentado
Todos hemos experimentado cierta disociación en nuestras vidas, desde perdernos leyendo; conducir en “piloto automático”; o soñar despiertos. La disociación puede ser adaptativa para automatizar ciertas conductas y también si es que hay una amenaza en la cual no existe escapatoria. Pero si es la manera habitual de funcionar puede generar una fragmentación de la identidad. En este sentido, pueden haber diferentes niveles de disociación: desde ir con “piloto automático” hasta vivir constantemente desconectado.
Por lo tanto, llevada al extremo la disociación deriva en una consciencia fragmentada que no puede procesar correctamente lo que ha ocurrido. De hecho, una de las mayores consecuencias del trauma es no poder integrar lo que ha pasado y la disociación juega un papel fundamental en esto.
“Es más seguro no sentir, no dejar que el mundo me toque” Sylvia Plath
La disociación: el yo fragmentado
La disociación es la desconexión de los pensamientos, recuerdos, sentimientos, acciones y sentido de uno mismo. Dependiendo de la edad, la disociación puede interferir en el desarrollo normal de la estructura de la persona, es decir la sensación de ser UNO coherente e indivisible.
¿Qué síntomas componen la disociación?
¿Por qué nos disociamos?
La disociación es un recurso que tenemos para desconectarnos cuando el dolor o sufrimiento es demasiado para procesar. Cuando el dolor es tan fuerte y el cuerpo no puede huir, la mente se refugia lejos de allí. Es decir, a veces huir es lo único que nos queda… unas veces con el cuerpo y otras con la mente.
Sin embargo igual que la anestesia adormece y evita el dolor, pero no cura, la disociación es un recurso para tolerar el dolor pero no permite la sanación. De hecho, en el caso de eventos traumáticos, la disociación sirve como una defensa que evita que entremos en contacto con esos recuerdos. Por esta razón, esas experiencias se quedan desconectadas sin poder sanar pero generando malestar.
La disociación está ampliamente relacionada con el trauma. Por esta razón, las personas que han sufrido eventos traumáticos pueden alternar entre momentos de inundación de recuerdos y desconexión total, como si eso no les hubiese pasado a ellos. Se generan así dos o más partes que funcionan simultáneamente: una aparentemente normal (PAN) y una que contiene la historia traumática/emocional (PE). Es decir, que una persona pudiese funcionar sin ningún problema cuando está activada la PAN pero en otro momento/contexto perder totalmente el control (PE). Es necesario que estas partes se puedan integrar y lo acontecimientos traumáticos puedan ser accesibles a la consciencia para poder ser procesados.
“No recuerdo haber hecho eso”
“Me miro al espejo y no me reconozco”
“No siento nada al respecto”
¿Qué podemos hacer si disociamos?
- Ejercicios de presencia: Lo más importante es aprender a estar presentes. Así que cuando te sientas desconectada, busca entrar en contacto contigo misma y tu entorno. Un ejercicio muy práctico es hacer un masaje recorriendo todo tu cuerpo, percibir conscientemente estímulos a tu alrededor.
- Practicar actividades artísticas: la danza, el teatro, el canto entre otras pueden ser actividades muy útiles para entrar en contacto con nuestro cuerpo desde un lugar creativo y seguro.
- Practicar Mindfulness: poder conseguir un estado de consciencia plena nos puede ayudar a observar nuestros estados emocionales en lugar de tener que huir de ellos.
- Hacer terapia: sobretodo que ponga hincapié en la consciencia dual para poder integrar a esas partes disociadas que se han quedado fuera del sistema.
Es importante tener en cuenta que la disociación puede ser una sencilla desconexión momentánea o un síntoma de varios trastornos complejos. En este último caso, se requerirá de acompañamiento psicológico y psiquiátrico (en muchos casos).