Los niños necesitan sentir que todo va ir bien
Todos somos conscientes que la situación que estamos viviendo, generada por el COVID-19, puede tener efectos psicológicos. A pesar de que estamos inmersos todos en la misma realidad, no todos lo llevamos de la misma manera. Por un lado, los padres intentamos transmitir a nuestros hijos un mensaje de calma: “todo va ir bien”. Por otro lado, los niños están intentando descifrar nuestros mensajes. Aunque no seamos conscientes, los niños nos están observando constantemente y obteniendo más información de la que nos pensamos. Por eso, no es suficiente que les repitamos mil veces que “todo va ir bien”. Los niños necesitan sentir que todo va ir bien.
Nuestro cerebro está equipado para percibir el peligro sin tener que ser conscientes de ello. Esto es lo que se conoce como neurocepción (Porges, 2007). En otras palabras, nuestro sistema nervioso observa, evalúa y reacciona de forma automática. Es decir, primero valoramos el peligro que podría significar un ruido y después llegaría la interpretación del mismo. De hecho, puede suceder que aunque nos digan “no pasa nada, ese ruido es inofensivo” nuestro cuerpo continúe activado y en estado de alerta. Siguiendo esta misma lógica, un niño puede captar si debería o no confiar en las palabras: “todo va ir bien”.
Para tomar esta decisión, el sistema nervioso valora del emisor señales como el tono de voz, el ritmo de la respiración, la frecuencia cardíaca, la expresión facial junto con la experiencia previa. Todo esto antes de entender el mensaje. Así que no nos preocupemos sólo en lo que decimos sino en cómo estamos cuando lo decimos.
¿Qué podemos hacer aparte de decir todo va ir bien?
- Autoregulación y autocuidado: para poder ayudar a nuestros hijos a regularse es imprescindible que nosotros estemos en un estado de calma. Para esto, cada persona se beneficia de recursos diferentes (desde meditación, baños de agua caliente, psicoterapia, sentir aire fresco, una buena conversación…)
- Observación: Ser conscientes de nuestro estado emocional nos permite poder escoger los mejores momentos para interactuar con nuestros hijos. Sobretodo si necesitamos transmitirles noticias importantes.
- Conexión: Este es un buen momento para compartir con nuestros hijos aquellas actividades que a nosotros nos aportan bienestar. Obviamente no es lo mismo hacer yoga en solitario que con un par de niños encima, pero es una manera de compartir nuestros recursos.
- Aprovechar las comidas: La mesa es un lugar de encuentro. Aunque hayamos estado juntos todo el día siempre tenemos cosas nuevas que explicarnos.
- Orden y organización: tener clara una cierta rutina, donde los horarios de trabajo, estudio y juego puedan quedar delimitados. Esto no significa que el momento de estudio no pueda ser lúdico y entretenido, pero ahora más que nunca necesitamos concretar un tiempo en el cual NO se trabaja.
- Trabajo en equipo: si la familia cuenta con más de un adulto es importante que explícitamente se distribuya esta responsabilidad de tal manera que todos puedan tener un “respiro” durante el día
¿Qué necesitan los niños durante el confinamiento?
- Seguridad: Lo más importante es sentir que sus padres/cuidadores acatan las regulaciones sanitarias y garantizan un ambiente seguro para ellos.
- Validación: saber que su experiencia es tomada en serio. Cualquier emoción que pueda emerger es válida “es normal sentirte así… yo también siento… (miedo/rabia/aburrimiento)
- Contención: sentir que hay un adulto que es capaz de contener todas sus emociones, por más desreguladas que sean (sobretodo si se muestran así)
- Actividad: hay mucha energía que se queda acumulada y que puede causar desequilibrios a nivel del sistema nervioso simpático (mostrarse agresivos, irritables) por esto es importante el tener espacios de desfogue. Por un lado es importante la actividad puramente física pero también el juego que también tiene un componente de contacto con el otro.
- Sintonía: encontrarse con un adulto que sepa conectar con sus emociones. Para esto los adultos necesitamos observar y escuchar con atención.
Antes de intentar hacer algo por nuestros hijos nos puede servir el observar qué nos sirve a nosotros, cómo consigo sentirme yo en calma. Desde este lugar, nuestro sistema nervioso podrá realmente transmitir a nuestros hijos que todo va ir bien.